HERMANAMIENTO MERCENARIOS CELTAS
Sucedió que en el año 1.992, el primer año de nuestra participación y tercer año de las Fiestas de Carthagineses y Romanos, debido al azar, nos tocó encabezar los desfiles, siguiéndonos en orden la tropa Mercenarios Celtas y, por aquello de que probaran el vinillo de nuestra bota, por no aburrir a los espectadores que presenciaban los desfiles y por hacernos el desfile más ameno, les hicimos un arco de honor con nuestras lanzas y dejamos que pasaran delante nuestra. Se llevaron la bota, un pellejo de vino que le cabían más de 4 litros, y cuando todos hubieron probado su contenido, hicieron lo propio ellos haciéndonos un arco con sus espadas y devolviéndonos la bota.
Aquello dio lugar a un entendimiento entre los miembros de las dos tropas, habida cuenta que aquello se repitió en contadas ocasiones, por lo que, acabadas las Fiestas de Carthagineses y Romanos, decidimos hermanarnos las dos tropas a la que asistimos bastantes miembros de las dos tropas, así como el Aníbal de ese año, Tomás Martínez Pagán, con el que tan buenos ratos pasamos esas primeras fiestas, visitando y atacando campamentos.
Estaban por aquel entonces Ginés Botella como presidente de la tropa Mercenarios Celtas y Juan José Sánchez Andreo como presidente de la tropa Mercenarios de Lobetania y fueron los encargados del acto de hermanamiento que consistía en sellar con su sangre dicho hermanamiento ante la presencia del druida, encarnado por José Luis Truque Hernández.
Para que no hubiera ninguna herida, se llenaron dos pequeños globos con un líquido rojo que al rajarse con las espadas debían simular la sangre, pero entre que el globo tenía poco líquido y las espadas no cortaban nada, el globo no se explotaba y hubo que recurrir a explotarlos con la mano. Las risas finalmente fueron estruendosas.
Finalizado el acto, el propio Tomás Martínez Pagán pudo constatar que las espadas no cortaban nada, tras lo cual nos arengó a los dos tropas felicitándonos por dicho hermanamiento.
Para esa cena, encargamos ambas tropas unos vasos de barro con el grabado “Hermanamiento Celtas y Lobetanos”, vasos que cada invitado se llevó como recuerdo.